El hueso es una sustancia dura que conforma el esqueleto, el cual soporta al cuerpo y proporciona protección para los órganos. El hueso se compone de minerales, principalmente calcio y fosfato, los cuales almacena y proporciona al cuerpo a medida que se necesitan.
El hueso se compone de tres capas: el revestimiento exterior del hueso (periostio), el hueso duro del medio (compacto) y el hueso interior esponjoso (trabecular). El revestimiento del hueso contiene nervios y vasos sanguíneos que alimentan el hueso duro. Hay agujeros y canales que atraviesan el hueso duro para suministrar oxígeno y nutrientes a las células del hueso interior. El hueso esponjoso contiene la médula ósea, que produce glóbulos rojos y blancos y plaquetas.
En un proceso llamado remodelación, el hueso normal se disuelve constantemente y es absorbido por el cuerpo y luego vuelve a construirse. Esto permite que los huesos reaccionen a los cambios en el peso y la estructura del cuerpo y a aumentar la fortaleza de los huesos en las zonas de tensión.