Un choque puede producirse rápidamente después de una enfermedad o lesión repentinas. Cuando el cuerpo pierde mucha sangre o líquido, ya no hay suficiente líquido en el cuerpo para transportar suficiente sangre a los órganos vitales.
Los bebés y los niños pequeños suelen tener varios síntomas de choque, que incluyen:
- Desmayo (pérdida del conocimiento).
- Mucha somnolencia o dificultad para ser despertado.
- Falta de respuesta cuando lo tocan o le hablan.
- Respiración mucho más rápida de la habitual.
- Actuar confundido. El niño puede no saber dónde está.
Asimismo, un niño en choque tiene una frecuencia cardíaca rápida y débil y presión arterial baja.
El choque es una afección potencialmente mortal. Se requiere atención médica inmediata en cualquier momento en que se sospeche que es un caso de choque.