La resistencia a los medicamentos (como la resistencia a los antibióticos) ocurre cuando los organismos que causan una enfermedad mutan a lo largo del tiempo y se adaptan de manera que pueden sobrevivir a la exposición a un medicamento que anteriormente los eliminaba o controlaba.
Muchas clases de bacterias se han vuelto resistentes a antibióticos comunes que fueron diseñados para eliminarlas. Estas bacterias se llaman bacterias resistentes a los antibióticos. Por ejemplo, varias cepas de las bacterias que causan la tuberculosis, la otitis, y las infecciones de los senos paranasales y los pulmones ya no pueden ser destruidas por muchos antibióticos. Otras enfermedades, como el paludismo y la gonorrea, también tienen cepas de organismos resistentes a medicamentos.
El uso frecuente o incorrecto de antibióticos puede conducir al desarrollo de bacterias resistentes a los medicamentos. Por ejemplo, tomar antibióticos cuando podrían no necesitarse, usarlos para una infección que no es bacteriana (como un resfriado) o no tomar todo el antibiótico como ha sido indicado puede alentar el desarrollo de cepas de bacterias resistentes a antibióticos.