La biopsia coriónica es una prueba que se hace en la primera etapa del embarazo que puede detectar determinados problemas con un bebé en gestación (feto). Puede hacerse cuando alguno de los padres tiene antecedentes familiares de una afección genética hereditaria o cuando la madre quiere averiguar sus probabilidades de tener un bebé con un problema cromosómico.
Las vellosidades coriónicas son protuberancias diminutas con forma de dedo que se encuentran en la placenta. El material genético en las células de las vellosidades coriónicas es el mismo que el de las células fetales. Durante la biopsia coriónica, se toma una muestra de células de las vellosidades coriónicas y se examina para detectar problemas cromosómicos, como el síndrome de Down. La muestra suele tomarse a través de un tubo delgado flexible (catéter) que se pasa por la vagina y el cuello uterino hasta hacerlo llegar a la placenta (biopsia coriónica transcervical). La muestra también puede tomarse introduciendo una aguja delgada y larga a través del abdomen y que llega hasta la placenta (biopsia coriónica transabdominal). Se usa la ecografía para guiar el catéter o la aguja a la posición correcta para tomar la muestra.
La biopsia coriónica suele hacerse hacia finales del primer trimestre, entre las semanas 10 y 13 del embarazo.