Los anticuerpos son proteínas producidas por el sistema de defensa natural del organismo (sistema inmunitario) para combatir sustancias extrañas, como las bacterias. Los anticuerpos se adhieren a la sustancia extraña y permiten que otras células del sistema inmunitario ataquen y destruyan la sustancia.
Las superficies de los virus, los hongos y las bacterias contienen marcadores llamados antígenos. Para destruir los virus, los hongos o las bacterias, el sistema inmunitario crea anticuerpos que son específicos para cada antígeno.
- La primera vez que una persona se expone a un tipo de bacteria, hongo o virus, el sistema inmunitario produce anticuerpos para ese microorganismo específico.
- Algunos de estos anticuerpos permanecen en el sistema inmunitario después de haber atacado y destruido las bacterias, hongos o virus.
- Si una persona se expone a las bacterias, hongos o virus otra vez, el sistema inmunitario "recordará" la primera exposición. Reactivará sus anticuerpos rápidamente y destruirá el microorganismo otra vez.
- Estos anticuerpos a menudo protegen a una persona de enfermarse cuando se vuelve a exponer a bacterias, hongos o virus. Esto se llama inmunidad.
Los análisis de sangre pueden detectar anticuerpos a bacterias, hongos y virus determinados, como los virus que causan varicela, infección por VIH, hepatitis y mononucleosis. Algunas afecciones pueden diagnosticarse al detectarse en la sangre de una persona anticuerpos al virus, hongo o bacteria que está causando la afección.
A veces, el cuerpo responde a su propio tejido como si fuera una sustancia extraña, creando anticuerpos contra el tejido y desencadenando reacciones que hacen que las células normales se destruyan. Esto se llama respuesta autoinmunitaria o enfermedad autoinmunitaria.