El sistema nervioso autónomo controla todas las funciones corporales "automáticas", como la respiración, la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la sudoración, la salivación y el movimiento de los alimentos por los intestinos (peristaltismo).
Una parte del sistema nervioso autónomo, que se llama sistema nervioso simpático, reacciona cuando una persona se ve ante una situación peligrosa o atemorizadora y automáticamente eleva la frecuencia cardíaca y la respiración y lleva sangre a los músculos.
La otra parte del sistema nervioso autónomo, el sistema nervioso parasimpático, ayuda al cuerpo a volver a la normalidad una vez que la amenaza ya no existe. Baja automáticamente la frecuencia cardíaca y la respiración y devuelve la sangre al resto del cuerpo (por ejemplo, al aparato digestivo o al reproductor).
El sistema nervioso autónomo difiere del sistema nervioso voluntario, el cual permite a una persona controlar los músculos y los movimientos corporales.