El temperamento es la manera única en la que cada persona piensa, se comporta y reacciona a otras personas y situaciones. Aunque cada persona es distinta, existen patrones básicos de temperamentos, como ser tímido y reservado o extrovertido y ansioso por probar cosas nuevas.
A menudo, el temperamento afecta los siguientes aspectos de una persona:
- Respuestas emocionales. Por ejemplo, algunos bebés son más sensibles a los estímulos y se agobian con facilidad. Estos bebés podrían reaccionar con llanto a juegos en los que se los mece o les hacen cosquillas. Es posible que los bebés que son menos sensibles disfruten enormemente de estos juegos.
- Capacidad para concentrarse sin distraerse. Aunque se trata en parte de una habilidad que se aprende, la capacidad de una persona para concentrarse en una cosa a la vez también es un rasgo que está relacionado con el temperamento. Las personas que se frustran con facilidad o que son muy sociables podrían tener dificultades para concentrarse en las tareas.
- Capacidad de adaptarse a situaciones cambiantes. Algunas personas parecen tener una capacidad natural para aceptar el cambio. Otras son muy resistentes a cualquier rutina nueva.
- Nivel de actividad. A algunas personas les gusta interactuar con personas y estar siempre haciendo algo. Otras personas prefieren las actividades tranquilas y suelen estar solas.
Los niños pueden heredar parte de su temperamento de sus padres. El temperamento también se ve muy moldeado y afectado por las experiencias vitales y el entorno de una persona. Por ejemplo, un niño tímido al que se abraza y elogia a menudo desarrollará confianza en sí mismo. Esto ayuda al niño a responder de forma positiva a las nuevas situaciones.
El temperamento puede cambiar con el tiempo a medida que una persona madura.