La historia de Bea

Hola. Soy Beatrice. Todos me llaman Bea.
Aquí estoy con mi papá. Últimamente, hemos tenido que ir al consultorio algunas veces. Eso es porque tenía que hacerme unos análisis de sangre.
Mi papá me dijo que cuando los médicos analizan la sangre, pueden aprender toda clase de cosas sobre cómo está funcionando el cuerpo de un niño.
Al principio, me preocupaba un poco tener que hacerme análisis de sangre. Pero ahora que sé lo que sucede, ya no me preocupan más.

Aprendí que hay sangre circulando por mi cuerpo todo el tiempo. Circula por tubos pequeños que se llaman venas. ¡Tengo venas en todos lados!
Cuando me miro la piel de muy cerca, puedo ver las venas dentro de mi cuerpo. Parecen garabatos azules.

Hacerme un análisis de sangre significa que me van a pinchar con una aguja pequeña. De modo que antes de ir a hacerme el análisis de sangre, hago un plan con mi papá para mantenerme con calma y sin moverme durante el análisis.
Me gusta sentarme en el regazo de mi papá y tener conmigo uno de mis animales de peluche. A veces escuchamos música, cantamos una canción o leemos un libro.
La última vez, ¡llevamos burbujas con nosotros para soplar durante el análisis!

En el consultorio del médico, una enfermera nos lleva al fondo a una silla especial para análisis de sangre. Tiene unos apoyabrazos raros que te ayudan a mantener el brazo en un buen lugar para el análisis.
Me siento en la silla con mi papá. Entonces la enfermera me pone una banda elástica alrededor del brazo. Le da a mi brazo un apretón. Eso ayuda a que las venas se noten más y sea más fácil encontrarlas.
La enfermera usa sus ojos y dedos para encontrar la mejor vena. Luego limpia esa parte de mi brazo con una toallita.

Mi tarea es estar muy quieta durante todo el análisis. Le pido a la enfermera que cuente "1, 2, 3" y me pinche. De ese modo, me siento lista para lo que viene.
Cuando la enfermera empieza a contar respiro bien hondo. Cuando dice "3", soplo todo el aire. Mientras soplo el aire, la enfermera me pone una aguja pequeña en la vena. Se siente como un pinchacito.
La vez pasada, cuando trajimos las burbujas, mi papá estaba listo con la varita. La sostuvo justo delante de mi boca cuando soplé todo el aire. ¡Salieron burbujas para todos lados!

Después del pinchazo, me gusta ver lo que hace la enfermera.
La aguja en mi vena está conectada con un frasquito delgado que tiene una tapa de goma. Allí es donde va la sangre. A veces la enfermera llena un frasquito, y a veces llena más.
Al principio pensé que parecía un montón de sangre. Pero luego aprendí que tengo mucha sangre en el cuerpo. Además, ¡mi cuerpo está haciendo sangre nueva todo el tiempo! Así que en realidad no es mucho para nada.

Cuando es el momento de hacerlo, la enfermera me quita la banda elástica del brazo. Luego, cuando tiene toda la sangre que necesita, retira la aguja. Hace un sonido como clic, y allí sé que terminó el análisis.
La enfermera me aprieta el brazo con una bolita de algodón por un momentito. Luego me pone una venda adhesiva encima del algodón y ya está.

No sé cuándo voy a necesitar hacerme otro análisis de sangre. Pero sé que cada vez soy más valiente. Eso me hace sentir fuerte. También me hace sentir orgullosa de mí misma.
Esta es la historia de Bea. Ahora que sabes lo que pasa durante un análisis de sangre, ¿hay algo más que todavía quieres saber? ¿Hay algún juguete o libro especial que deseas llevar contigo? ¿Qué piensas que te ayudará a mantenerte con calma y sin moverte durante el análisis?
Revisado: 30 abril, 2024
Autor: El personal de Ignite Healthwise, LLC
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