Todas las partes del cuerpo (los músculos, el cerebro, el corazón y el hígado) necesitan energía para funcionar. Esa energía proviene de los alimentos que comemos.
Nuestros cuerpos digieren los alimentos combinándolos con líquidos (ácidos y enzimas) presentes en el estómago. Cuando el estómago digiere la comida, los carbohidratos (azúcares y almidones) se descomponen en otro tipo de azúcar, que se llama glucosa.
El estómago y el intestino delgado absorben la glucosa y la liberan en el torrente sanguíneo. Una vez que está allí, la glucosa se puede emplear inmediatamente para producir energía o puede almacenarse en el cuerpo para usarla en otro momento.
Sin embargo, para usar o almacenar la glucosa, el cuerpo necesita insulina. Sin insulina, la glucosa permanece en el torrente sanguíneo y los niveles de azúcar en la sangre se mantienen altos.
Cómo se produce la insulina en el cuerpo
La insulina es una hormona producida por las células beta del páncreas. Las células beta son muy sensibles a la cantidad de glucosa presente en el torrente sanguíneo. Habitualmente, las células beta comprueban el nivel de glucosa en la sangre cada pocos segundos y detectan si necesitan aumentar o disminuir la cantidad de insulina que generan y liberan. Cuando una persona come un alimento con alto contenido de carbohidratos, como un trozo de pan, el nivel de glucosa en la sangre aumenta y las células beta hacen que el páncreas libere más insulina en el torrente sanguíneo.
La insulina abre las puertas de las células
Cuando el páncreas libera insulina, esta viaja por el torrente sanguíneo hasta las células y les indica que abran sus puertas para dejar entrar la glucosa. Una vez que la glucosa ingresa, las células la convierten en energía que se usa de inmediato o se almacena para después.
A medida que la glucosa pasa del torrente sanguíneo a las células, los niveles de azúcar en la sangre empiezan a bajar. Las células beta del páncreas detectan esa situación y comienzan a producir menos insulina. Al mismo tiempo, el páncreas disminuye la cantidad de insulina que libera en el torrente sanguíneo. Cuando esto sucede, también disminuye la cantidad de glucosa que ingresa a las células.
Cómo se equilibran la insulina y el azúcar en la sangre para producir energía
Los niveles de insulina y de azúcar en la sangre aumentan y disminuyen muchas veces durante el día y la noche. La cantidad de azúcar y de insulina presentes en el torrente sanguíneo depende de cuándo y cuánto comemos. Cuando el cuerpo funciona correctamente, puede mantener el nivel de azúcar en la sangre dentro del rango objetivo, es decir, entre 70 y 140 miligramos por decilitro. Sin embargo, los niveles de azúcar en la sangre pueden subir hasta 180 durante una comida o inmediatamente después de comer, incluso en personas que no tienen diabetes. Los niveles de azúcar en la sangre deben bajar a menos de 140 en las dos horas posteriores a la comida. Después de varias horas sin comer, el azúcar en la sangre puede caer hasta 70.
Al usar la glucosa para generar energía y mantenerla equilibrada con la cantidad justa de insulina (ni mucha ni poca), el cuerpo tiene la energía necesaria para vivir, trabajar, jugar y funcionar, incluso mientras dormimos.
La insulina ayuda al cuerpo a almacenar la glucosa sobrante
La insulina ayuda a las células a convertir la glucosa en energía y ayuda al cuerpo a almacenar la glucosa sobrante para usarla después. Por ejemplo, si usted disfruta de una comida de grandes proporciones y su cuerpo no necesita toda esa cantidad de glucosa de inmediato, la insulina lo ayudará a almacenarla para convertirla en energía más adelante.
Para hacerlo, la insulina convierte el alimento sobrante en paquetes más grandes de glucosa, llamados glucógenos. Los glucógenos se almacenan en el hígado y en los músculos.
La insulina también ayuda al cuerpo a almacenar grasas y proteínas. Casi todas las células del cuerpo necesitan proteínas para funcionar y para crecer. El cuerpo necesita grasas para proteger los nervios y para producir varias hormonas importantes. El cuerpo también puede usar las grasas como fuente de energía.
Qué cambios produce la diabetes
Cuando alguien tiene diabetes, su cuerpo deja de generar insulina, genera menos cantidad o no puede usar eficazmente su propia insulina. Esto puede tener varias consecuencias.
Por ejemplo, como la glucosa no puede ingresar a las células cuando es necesario, la cantidad de glucosa en el torrente sanguíneo continúa aumentando. Esto se llama hiperglucemia (nivel alto de azúcar en la sangre).
Cuando los niveles de azúcar en la sangre llegan a 180 o más, los riñones tratan de eliminar el azúcar sobrante a través de la orina. Esto hace que la persona orine más de lo habitual. También hace que sienta más sed, debido al agua que pierde al orinar tanto.
Cuando una persona elimina azúcar en la orina, es como si perdiera energía, porque el azúcar no está disponible para que las células la usen o la almacenen. En estos casos, puede que la persona se sienta cansada, pierda peso y tenga hambre todo el tiempo.
El nivel alto de azúcar en la sangre también puede ocasionar otros problemas, como vista borrosa, infecciones en la piel o heridas que no sanan. Es posible que las mujeres tengan infecciones vaginales por hongos con más frecuencia.
Cuando el cuerpo no tiene insulina suficiente para convertir el azúcar en energía, a menudo comienza a quemar grasa corporal. Aunque parezca que esto podría funcionar bien, al quemar demasiada grasa para obtener energía se genera un subproducto: las cetonas. Los altos niveles de cetonas pueden ocasionar una condición médica llamada cetoacidosis diabética, que puede poner en riesgo la vida si no se trata rápidamente. La cetoacidosis diabética es más frecuente en la diabetes de tipo 1 porque el cuerpo ha dejado de producir insulina.
Cómo se controlan los niveles de azúcar en la sangre
Para una persona con diabetes, el principal objetivo del tratamiento es controlar la cantidad de glucosa en el cuerpo para que el azúcar en la sangre se mantenga en un nivel lo más normal posible.
Para controlar los niveles de azúcar en la sangre, muchas personas con diabetes de tipo 1 necesitan inyecciones de insulina como parte del plan de cuidado. Algunas personas con diabetes de tipo 2 pueden manejar sus niveles de azúcar en la sangre con una dieta saludable y ejercicios. Sin embargo, la mayoría necesitará incluir en sus planes de cuidado píldoras para la diabetes, inyecciones de insulina o ambas.
Las personas que tienen diabetes de tipo 1 o de tipo 2 necesitan prestar mucha atención a cómo cambian sus niveles de azúcar en la sangre en diferentes momentos del día para mantenerlos lo más cerca posible del rango objetivo. Cuando los niveles de azúcar en la sangre se acercan al rango normal, significa que el cuerpo obtiene la energía necesaria para trabajar, jugar, sanar y mantenerse saludable.