Sofía recibe una inyección

Hola. Me llamo Sofía. La semana pasada fui al consultorio médico para un chequeo. Me tuvieron que dar una inyección mientras estuve allí.

Yo soy una niña normal, ¡así que no me gustan nada las inyecciones! Algunas personas las llaman "vacunas" o "inmunizaciones". No me importa cómo las llame la gente. A mí siguen sin gustarme.

Pero aprendí algunas cosas sobre por qué los niños necesitan vacunas. Y aprendí a prepararme para que me dieran una. Eso hizo que las cosas fueran un poco más fáciles esta vez.

Ya sabía que las vacunas me ayudan a mantenerme saludable. Mantenerme saludable significa que puedo seguir haciendo cosas divertidas. Significa que puedo jugar con mis amigos en el parque y nadar en la piscina municipal. Esas son algunas de mis maneras favoritas de divertirme.

Una cosa nueva que aprendí es que cuando recibo vacunas, también ayudo a mantener saludables a OTRAS personas. ¡Como a mi lindo y blandito hermanito! Cuando recibo una vacuna, me ayuda a protegerlo A ÉL de los microbios que podrían enfermarlo mucho. Eso me hace sentir que soy una hermana mayor muy buena.

Es verdad que las inyecciones pueden doler un poco. Para mí, una inyección se siente como un pellizco. Se siente como cuando mi hermanito me pellizca. ¡Él tiene mucha fuerza! Lo bueno es que las inyecciones no duelen por mucho tiempo. A veces, después de una inyección, me duele un poco el brazo al día siguiente, pero eso es todo. No es como cuando me raspo la rodilla ni nada así. ¡Eso me sigue doliendo durante días!

Creo que una de las cosas más difíciles de recibir una inyección es esperar a que suceda. Mi cabeza empieza a pensar demasiado en ello y a imaginar cómo será. Luego, cuando todo se acaba, no es tan malo como yo pensaba que sería.

Esto es lo que sucedió.

Antes de ir al consultorio médico, hice un plan con mi mamá sobre cómo estar lista para la vacuna. Cuando llegamos al consultorio, le conté mi plan a la enfermera de inmediato.

Le dije: "Yo elijo mi brazo derecho para la inyección. Y quiero sentarme en la mesa alta que tiene el papel y abrazar a mi mamá mientras me dan la inyección".

Antes me gustaba sentarme en la silla baja en el regazo de mi mamá. Ahora que soy más grande, me gusta más la mesa alta.

Mi mamá se paró a mi lado mientras yo me senté en la mesa alta. La abracé mientras leíamos mi libro favorito. Es sobre el pez que aprende a volar.

A veces cantamos canciones juntas en lugar de leer. O respiramos profundamente y luego soplamos todo el aire mientras sucede la inyección. Me gusta probar cosas diferentes para ver cuál funciona mejor.

No me gusta ver cómo sucede la inyección. Pero a algunos niños sí les gusta verlo, ¡y eso también está bien!

Mientras mi mamá leía, la enfermera me limpió un lugar en el brazo con un papelito mojado. Luego me dio la inyección y me puso una curita en el brazo. ¡Y ya terminamos! Fue rápido.

A veces, recibir una inyección me hace llorar un poco. Está bien llorar si algo duele.

Esta vez no lloré. La enfermera me chocó los cinco y pude elegir algunas calcomanías.

Ella me dijo: "Sofía, ¡lo hiciste muy bien hoy! Tenías un plan excelente sobre cómo estar lista para tu inyección".

Me sentí orgullosa de estar lista y de ser valiente. Me alegro de que vaya a pasar un rato antes de que necesite otra inyección. La próxima vez que me den una inyección, no me preocuparé demasiado. ¡Sé lo que pasa y cómo hacer un plan!

Esa es la historia de Sofía sobre recibir una inyección. ¿Qué puedes hacer tú para prepararte para tu inyección? ¿Sabes lo que quieres hacer mientras sucede la inyección? ¿Qué te hará sentir mejor cuando termine?