Esta información es producida y suministrada por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés). La información en este tema puede haber cambiado desde que se escribió. Para la información más actual, comuníquese con el Instituto Nacional del Cáncer a través del Internet en la página web http://cancer.gov o llame al 1-800-4-CANCER.
Aspectos generales
La aflicción del duelo y el luto son parte del proceso normal de hacer frente a una pérdida. El duelo es el período de aflicción (pena o dolor) y luto que le sigue a la muerte de un ser querido. La mayoría de las personas superarán la pérdida con el paso del tiempo. Otras, pasarán por períodos de duelo más prolongados y quizás se beneficien con un tratamiento.
En este sumario se explica en qué se diferencian la aflicción del duelo, el luto y la reacción de duelo. Además, se describen los diferentes tipos de duelo, los tratamientos, y los problemas importantes relacionados con el duelo en los niños.
Aflicción del duelo, luto y duelo
La aflicción del duelo es la respuesta emocional ante la pérdida de un ser querido.
Entre las reacciones comunes de la aflicción del duelo se encuentran las siguientes:
- Sensación de anestesia emocional.
- Incapacidad de convencerse de que ocurrió la pérdida.
- Ansiedad por el sufrimiento que causa la separación del ser querido.
- Luto y sensación de depresión.
- Sentimiento de aceptación.
El luto es la forma en que la persona expresa su aflicción en público.
Las creencias, las prácticas religiosas y la cultura afectan la manera en que las personas llevan adelante el luto. La aflicción del duelo y el luto están muy relacionados entre sí.
El duelo es el período de tristeza que le sigue a la muerte de un ser querido.
La aflicción del duelo y el luto se presentan durante el período de duelo. Se dice que las personas afligidas por un duelo están en duelo, están de luto o son dolientes.
Tipos de duelo
Hay tres tipos de duelo: anticipado, normal o común, y complicado.
El duelo anticipado se presenta antes de la muerte.
El duelo anticipado es la aflicción que se produce antes de la muerte. Es posible que suceda en la persona que está muriendo o en la familia de esa persona. Si el paciente presenta sufrimiento, dolor y complicaciones médicas, quizás aumente el duelo anticipado. Este duelo es diferente del que se presenta después de la muerte.
El duelo anticipado no afecta a todas las personas.
En investigaciones se ha demostrado que 1 de cada 4 pacientes con cáncer incurable siente el duelo anticipado. Es menos probable que se presente el duelo anticipado cuando el paciente y la familia aceptan la muerte. Hablar con una persona especializada en aflicción y duelo, en ocasiones ayuda a los pacientes y sus familiares a aceptar la muerte inminente.
En un estudio de padres que habían perdido a un hijo debido al cáncer, los padres que se sentían preparados para la etapa final de la vida de su hijo pudieron desempeñar mejor sus funciones sociales y actividades en los primeros 2 años tras la pérdida.
El duelo normal o común comienza poco después de una pérdida y los síntomas van desapareciendo con el tiempo.
El duelo normal se presenta en casi todas las personas que sufren una pérdida. Durante el duelo normal, la persona acepta la pérdida y continúa con las actividades cotidianas a pesar de las dificultades. Algunas reacciones emocionales comunes son las siguientes:
- Anestesia emocional, conmoción, incredulidad o negación. Esto a menudo se produce justo después de la muerte, sobre todo si la muerte fue inesperada.
- Ansiedad por la separación del ser querido. En ocasiones, la persona en duelo piensa mucho en el difunto y desea que volviera a la vida. Con frecuencia, se presentan imágenes de muerte en los pensamientos de la persona.
- Sufrimiento acompañado de llanto, suspiros, sueños, imágenes y alucinaciones del difunto; así como la búsqueda de lugares y objetos en común con la persona fallecida.
- Rabia.
- Períodos de tristeza, insomnio o pérdida de apetito, cansancio, culpa y pérdida de interés en la vida.
Las crisis del duelo son períodos cortos (20 a 30 minutos) de sufrimiento muy intenso. A veces, estas crisis se producen al recordar a la persona fallecida, en situaciones como los días festivos, el aniversario del fallecimiento del ser querido o al deshacerse de objetos que pertenecían a esa persona. Otras veces, parecen ocurrir sin ningún motivo.
En el duelo normal, a medida que pasa el tiempo, los síntomas son menos frecuentes y menos intensos. El tiempo de recuperación es distinto para cada persona. En la mayoría de las personas en duelo, los síntomas mejoran entre los 6 meses y los 2 años siguientes a la pérdida. A pesar de que muchas personas en duelo tienen reacciones similares frente a cualquier pérdida, no existe una reacción de duelo típica.
El duelo normal es diferente a la depresión mayor.
Durante el duelo, las personas a veces presentan síntomas que coinciden con los síntomas de la depresión mayor, como el insomnio, los sentimientos de culpa, los pensamientos repetitivos y la falta de interés. El duelo normal se diferencia de la depresión mayor en los siguientes aspectos:
- Los sentimientos dolorosos van y vienen en lugar de ser constantes.
- Predomina el sentimiento de vacío más que el de tristeza o falta de capacidad de sentir placer.
- Las personas tienen una buena autoestima y no se sienten inútiles o mal consigo mismas.
- Cuando hay pensamientos suicidas, estos se centran en la persona fallecida, como en el deseo de unirse al difunto en la muerte, en lugar de pensamientos sobre sí mismo.
Es posible que una persona en duelo reciba un diagnóstico de depresión mayor si presenta síntomas que no encajan dentro del proceso normal del duelo.
El proceso del duelo complicado es más largo que el del duelo normal.
El duelo complicado ocurre cuando los síntomas no mejoran y se prolongan por un largo tiempo, causa sufrimiento intenso, afecta muchos aspectos de la vida y reduce la capacidad de participar en actividades cotidianas.
Factores que afectan el duelo
Hay factores que afectan la reacción de duelo.
El duelo de una persona se ve afectado por los siguientes aspectos:
- Personalidad, edad y sexo.
- Antecedentes culturales y religiosos.
- Habilidades para hacer frente a situaciones difíciles y antecedentes de salud mental.
- Grado de apoyo social.
- Posición social y situación económica.
- Relación con la persona fallecida.
- Experiencia de la persona fallecida con el cáncer y forma en que la enfermedad progresó.
La personalidad, la edad y el sexo de la persona en duelo quizás influyan en la probabilidad de que la persona presente depresión durante el duelo.
En los estudios se encontró que es más probable que las personas con ciertos rasgos de personalidad sufran una depresión prolongada después de una pérdida. Entre ellas, las personas que dependen mucho de sus seres queridos (como un cónyuge) y quienes afrontan el sufrimiento pensando en este de forma constante.
En general, las personas jóvenes en duelo tienen más problemas después de una pérdida que las personas de más edad. Presentan problemas de salud y síntomas de duelo más graves, así como otros síntomas físicos y psicológicos. Sin embargo, las personas más jóvenes que pasan por un duelo, en ocasiones, se recuperan antes que las personas de más edad, porque suelen tener más recursos y apoyo social.
Los hombres tienen más problemas que las mujeres después de la muerte de un cónyuge. Los hombres suelen presentar una depresión más intensa y más problemas de salud que las mujeres después de una pérdida. Algunos investigadores consideran que quizás se deba a que, en general, los hombres reciben menos apoyo social después de una pérdida.
La cultura y la religión afectan el proceso del duelo y la aflicción del duelo.
El duelo existe en todas las culturas. Sin embargo, algunas culturas tienen diferentes creencias sobre la muerte que afectan la disposición y las prácticas de la persona en duelo. Usan lo que mejor satisface sus necesidades para afrontar la muerte.
En algunos estudios, se observa que la religión ayuda a las personas a afrontar mejor el duelo, mientras que en otros estudios se observa que no ayuda o que causa más sufrimiento. La asistencia regular a una iglesia y el apoyo social de un entorno religioso se relacionan con resultados positivos del duelo, como afrontar y entender la pérdida.
Las habilidades para hacer frente y los antecedentes de salud mental afectan la reacción ante una pérdida esperada o inesperada.
Quizás parezca que cualquier pérdida súbita, inesperada podría conducir a un proceso del duelo más difícil. Sin embargo, en los estudios se encontró que las personas en duelo con una autoestima alta o que sienten que tienen control sobre su vida suelen presentar una reacción de duelo normal, incluso después de una pérdida inesperada. Es más probable que las personas en duelo con una autoestima baja o que sienten que no tienen el control de su vida, presenten un duelo complicado después de una pérdida inesperada. Esto incluye más depresión y problemas físicos.
Apoyo social para la persona en duelo.
La falta de apoyo social aumenta la probabilidad de tener dificultades al hacer frente a una pérdida. El apoyo social incluye a los familiares, amigos y vecinos de la persona, así como a los miembros de la comunidad que pueden proporcionar ayuda psicológica, física y económica. Después de la muerte de un familiar cercano, muchas personas tienen pérdidas relacionadas. Por ejemplo, la muerte de un cónyuge puede causar una pérdida de ingreso y cambios en el modo de vida y en lo cotidiano. Todo esto se relaciona con el apoyo social.
Tratamiento del duelo
El duelo normal quizás no necesite tratamiento.
La mayoría de las personas en duelo superan la aflicción del duelo y se recuperan durante los primeros 6 meses a 2 años. Los investigadores están estudiando si es posible ayudar con un tratamiento a las personas que pasan por un duelo normal. Además, están evaluando si el tratamiento pudiera prevenir el duelo complicado en quienes tienen más riesgo de presentar este tipo de duelo.
El tratamiento quizás sea útil en las personas con reacciones de duelo intensas o síntomas de sufrimiento.
Es posible que la terapia cognitivo-conductual ayude a las personas con un duelo complicado.
La terapia cognitivo-conductual (TCC) ayuda a las personas a desarrollar habilidades para cambiar los pensamientos negativos y comportamientos frente al duelo.
En un ensayo clínico se comparó la TCC con la orientación emocional frente a un duelo complicado. En los resultados se observó que los pacientes tratados con TCC tuvieron una mayor mejoría de los síntomas y el sufrimiento mental general que los pacientes en el grupo de tratamiento.
A veces, la depresión relacionada con el duelo se trata con medicamentos.
No hay una terapia farmacológica estándar para la depresión que se presenta con el duelo. La decisión de tratar la depresión con medicamentos le corresponde al paciente y a los profesionales de la salud.
En los ensayos clínicos de antidepresivos para la depresión relacionada con el duelo se encontró que los medicamentos ayudan a aliviar la depresión. Sin embargo, brindan menos alivio y tardan más en hacer efecto que cuando se usan para la depresión que no se relaciona con el duelo. En algunos ensayos clínicos se encontró que la psicoterapia, mientras se toma antidepresivos, a veces mejora la depresión y reduce la intensidad de la aflicción del duelo.
El duelo en los niños
Los niños tienen una experiencia del duelo diferente a la de los adultos.
No reaccionan de la misma manera que los adultos ante una pérdida. La aflicción del duelo en los niños se diferencia de la de los adultos de la siguiente manera:
- Los niños manifiestan la aflicción del duelo solo de vez en cuando y por períodos cortos. Un niño en duelo quizás esté triste en un momento dado y al rato esté jugando. A menudo, las familias piensan que el niño no entiende la pérdida o que la superó rápido. Por lo general, eso no es verdad. La mente de los niños los protege de lo que es demasiado difícil de tolerar.
- El proceso de duelo a veces continúa hasta la edad adulta. Los niños revivirán la pérdida con frecuencia, sobre todo en momentos importantes, como al ir de campamento, graduarse de la escuela, casarse o tener hijos.
- Los niños en duelo quizás no demuestren sus sentimientos de una forma tan abierta como los adultos. A veces, continúan en seguida con actividades en lugar de retraerse o mostrar signos de la aflicción del duelo.
- Los niños no pueden analizar sus pensamientos y sentimientos como los adultos. En ocasiones tienen problemas para poner en palabras sus sentimientos relacionados con el duelo. Los sentimientos intensos de ira y miedo a la muerte o el abandono a veces solo se dejan ver en el comportamiento de los niños. A menudo, los niños juegan a la muerte como una manera de elaborar sus sentimientos y preocupaciones. Estos juegos permiten que los niños expresen sus sentimientos en un entorno seguro.
- Si bien los adultos en duelo, en ocasiones, se retraen y no hablan con otras personas sobre la pérdida, los niños a menudo hablan con los que los rodean (incluso con extraños) para ver cómo reaccionan los demás y obtener pistas sobre cómo se debe responder a la pérdida.
- Los niños quizás hagan preguntas confusas como: "Ya sé que el abuelo se murió, pero ¿cuándo va a volver a casa?" De esta forma prueban la realidad y se aseguran de que lo que le contaron sobre la muerte no cambió.
Hay varios factores que afectan la forma en que un niño afronta el duelo.
A pesar de que el duelo es diferente en cada niño, hay varios factores que afectan el proceso del duelo en un niño:
- Edad y etapa del desarrollo del niño.
- Personalidad del niño.
- Experiencias anteriores del niño relacionadas la muerte.
- Relación del niño con el difunto.
- Entorno del niño.
- Causa de la muerte.
- Forma en que el niño actúa y se comunica con su familia.
- Estabilidad de la vida familiar después de la pérdida.
- Si el niño sigue recibiendo cuidados.
- Si el niño tiene oportunidad de compartir y expresar sentimientos y recuerdos.
- Forma en que los padres hacen frente al estrés.
- Si el niño tiene relaciones estables con otros adultos.
La interpretación, por parte de un niño, de la muerte y de las circunstancias que la rodean depende de su edad y etapa del desarrollo.
Lactantes
Los lactantes no reconocen la muerte, pero los sentimientos de pérdida y separación son parte de su percepción de la muerte. A veces, los niños separados de sus madres están aletargados y callados, no responden a sonrisas o arrullos, y tienen síntomas físicos (como pérdida de peso) y problemas para dormir.
Niños de 2 a 3 años
Los niños de esta edad a menudo confunden la muerte con el sueño y a veces sienten ansiedad, incluso desde los 3 años. En ocasiones dejan de hablar y parecen sentir un sufrimiento generalizado.
Niños de 3 a 6 años
Los niños de esta edad creen que la muerte es una especie de sueño: la persona está viva, pero solo de modo limitado. No distinguen del todo la muerte de la vida. Quizás piensen que la persona sigue viva, aunque la hayan enterrado. Es posible que hagan preguntas sobre el difunto (por ejemplo, ¿cómo hace el difunto para comer, ir al baño, respirar o jugar?). Los niños pequeños reconocen que la muerte es física, pero consideran que no es definitiva.
El niño a veces piensa que la muerte incluye "pensamientos mágicos". Por ejemplo, el niño quizás crea que sus pensamientos pueden hacer que otra persona enferme o muera.
Los niños de menos de 5 años que están en duelo en ocasiones tienen problemas para comer, dormir, y controlar la vejiga y los intestinos.
Niños de 6 a 9 años
Los niños de esta edad a menudo sienten mucha curiosidad sobre la muerte y quizás pregunten qué pasa con el cuerpo cuando muere. Piensan que la muerte es como una persona o un espíritu separado de la persona que estaba con vida, como un esqueleto, un fantasma, un ángel o un ogro. Quizás vean la muerte como definitiva y que provoca miedo, pero es algo que le pasa solo a las personas ancianas (no a ellos mismos).
Los niños en duelo, a veces se vuelven temerosos de ir a la escuela, tienen problemas de aprendizaje, muestran comportamientos antisociales o agresivos, o se preocupan demasiado por su propia salud y se quejan de síntomas imaginarios. Es posible que los niños de esta edad se aíslen de otras personas o se vuelvan muy apegados y dependientes.
Los varones en ocasiones se vuelven más agresivos y destructivos (por ejemplo, mal comportamiento en la escuela), en lugar de mostrar su tristeza de forma abierta.
Cuando uno de los padres muere, a veces los niños se sienten abandonados por el padre que murió y por el que está vivo, cuyo duelo lo vuelve incapaz de apoyar emocionalmente al menor.
Niños de 9 años y más
Los niños de 9 años y más saben que la muerte es inevitable y no la consideran un castigo. Cuando el niño tiene 12 años, sabe que la muerte es definitiva y es algo que le ocurre a todas las personas.
Edad | Interpretación de la muerte | Manifestaciones del duelo |
---|---|---|
0 a 2 años | Todavía no es capaz de comprender la muerte. | Quietud, irritabilidad, disminución de la actividad, problemas para dormir y pérdida de peso. |
La separación de la madre produce cambios. | ||
2 a 6 años | La muerte es como dormir. | Hace muchas preguntas (¿Cómo va al baño? ¿Cómo come?). |
Problemas para comer, dormir, y controlar la vejiga y los intestinos. | ||
Temor al abandono. | ||
Rabietas. | ||
La persona fallecida sigue viva y funciona de alguna forma. | "Pensamiento mágico"(¿Pensé o hice algo para que muriera? ¿Como cuando dije te odio y deseé que murieras?). | |
La muerte no es definitiva. | ||
La persona fallecida puede revivir. | ||
6 a 9 años | Se piensa que la muerte es una persona o un espíritu (esqueleto, fantasma, ogro). | Curiosidad acerca de la muerte. |
Hace preguntas específicas. | ||
Puede tener miedos en relación con la escuela. | ||
La muerte es definitiva y provoca miedo. | A veces presenta comportamiento agresivo (sobre todo los varones). | |
Preocupaciones sobre enfermedades imaginarias. | ||
La muerte le ocurre a los demás, no me va a pasar a mí. | Es posible que se sienta abandonado. | |
9 años o más | Todos morirán. | Emociones intensas, culpa, rabia, pena. |
Mayor ansiedad sobre su propia muerte. | ||
Cambios de humor. | ||
La muerte es definitiva. | Miedo al rechazo; no querer ser diferente de los compañeros. | |
Hasta yo moriré. | Cambios en los hábitos de alimentación. | |
Problemas para dormir. | ||
Conducta regresiva (pérdida de interés por las actividades al aire libre). | ||
Conducta impulsiva. | ||
Sensación de culpa por estar vivo (sobre todo en relación con la muerte de un hermano o un compañero). |
Hay 3 preocupaciones comunes que los niños que afrontan una pérdida tienen sobre la muerte.
¿Fui yo el que causó la muerte?
Los niños a menudo piensan que tienen "poderes mágicos". Si una madre que está enojada dice "Me vas a matar" y posteriormente muere, su hijo se preguntará si en realidad él causó la muerte de su madre. Asimismo, cuando los niños pelean, uno quizás diga (o piense) "Ojalá estuvieras muerto". Si ese niño muere, es posible que el niño que sobrevive crea que esos pensamientos causaron la muerte.
¿Me va a pasar a mí?
Para un niño, la muerte de otro niño, a veces es muy difícil de aceptar. Si el niño piensa que un padre o el médico podrían haber hecho algo para impedir la muerte, quizás tema que a él también le pueda ocurrir.
¿Quién me va a cuidar?
Debido a que los niños dependen de los padres u otros adultos que cuiden de él, un niño en duelo quizás se pregunte quién lo cuidará después de la muerte de una persona importante.
Hablar honestamente acerca de la muerte e incluir al niño en los rituales en ocasiones ayuda a afrontar la pérdida.
Explicar la muerte y contestar preguntas.
Hablar acerca de la muerte ayuda a los niños a aprender a enfrentar una pérdida. Al hablar con un niño acerca de la muerte, se la debe describir en forma simple. Se debe decir la verdad, dando tantos detalles como sea capaz de entender cada niño. Se deben responder las preguntas de una forma que el niño las pueda entender.
A menudo, los niños se preocupan porque piensan que ellos también morirán o que el padre que sobrevivió lo abandonará. Necesitan que se les diga que estarán a salvo y cuidados.
Uso del lenguaje correcto.
Cuando se habla con un niño acerca de la muerte, se deben usar las palabras apropiadas, por ejemplo, "cáncer", "murió" o "muerte". Otras frases, como "se fue", "está durmiendo" o "lo perdimos", pueden confundir a los niños.
Incluir al niño en la planificación y la asistencia a los servicios fúnebres.
Cuando ocurre una muerte, los niños en ocasiones se sienten mejor si se los incluye en la planificación y la asistencia a las ceremonias fúnebres. Estos acontecimientos ayudan a los niños a recordar al ser querido. Se debe animar a los niños a participar cuando se sientan cómodos, pero no se los debe forzar. Antes de que un niño asista a un entierro, un velatorio o un servicio fúnebre, se le debe explicar todo lo que va a pasar. Es posible que un familiar adulto o un miembro de la familia ayude con esto si la aflicción del padre que sobrevive le impide hacerlo.
Hay libros y otros recursos con información en inglés sobre cómo ayudar a un niño que pasa por un duelo.
Los siguientes libros y vídeos quizás sean útiles para los niños en duelo:
- Worden JW: Children and Grief: When a Parent Dies. New York, NY: The Guilford Press, 1996.
- Doka KJ, ed.: Children Mourning, Mourning Children. Washington, DC: Hospice Foundation of America, 1995.
- Wass H, Corr CA: Childhood and Death. Washington, DC: Hemisphere Publishing Corporation, 1984.
- Corr CA, McNeil JN: Adolescence and Death. New York, NY: Springer Publishing Company, 1986.
- Corr CA, Nabe CM, Corr DM: Death and Dying, Life and Living. 2nd ed., Pacific Grove: Brooks/Cole Publishing Company, 1997.
- Grollman EA: Talking About Death: A Dialogue Between Parent and Child. 3rd ed., Boston, MA: Beacon Press, 1990.
- Schaefer D, Lyons C: How Do We Tell the Children? Helping Children Understand and Cope When Someone Dies. New York, NY: Newmarket Press, 1988.
- Wolfelt A: Helping Children Cope with Grief. Muncie: Accelerated Development, 1983.
- Walker A: To Hell with Dying. San Diego, CA: Harcourt Brace Jovanovich, 1988.
- Williams M: Velveteen Rabbit. Garden City: Doubleday, 1922.
- Viorst J: The Tenth Good Thing About Barney. New York, NY: Atheneum, 1971.
- Tiffault BW: A Quilt for Elizabeth. Omaha, NE: Centering Corporation, 1992.
- Levine JR: Forever in My Heart: a Story to Help Children Participate in Life as a Parent Dies. Burnsville, NC: Mountain Rainbow Publications, 1992.
- Knoderer K: Memory Book: a Special Way to Remember Someone You Love. Warminster, PA: Mar-Co Products, 1995.
- de Paola T: Nana Upstairs and Nana Downstairs. New York, NY: GP Putnam's Sons, 1973.
Información adicional sobre la aflicción, el duelo y la pérdida
Para obtener más información del Instituto Nacional del Cáncer sobre la aflicción del duelo, consulte los siguientes enlaces:
Información sobre este resumen del PDQ
Información sobre el PDQ
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Propósito de este resumen
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Se sugiere citar la referencia bibliográfica de este resumen del PDQ de la siguiente forma:
PDQ® sobre los cuidados médicos de apoyo y los cuidados paliativos. PDQ Aflicción, duelo y pérdida. Bethesda, MD: National Cancer Institute. Actualización: <MM/DD/YYYY>. Disponible en: https://www.cancer.gov/espanol/cancer/cancer-avanzado/cuidadores/planificacion/perdida-pdq. Fecha de acceso: <MM/DD/YYYY>.
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Última revisión: 2024-07-11
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